Les confieso que las movidas de esta gente me aburren profundamente.

En los últimos años me resultó inevitable comentarlas porque las repercusiones de sus acciones tuvieron consecuencias que todos conocemos, pero lo cierto es que a estas alturas, aunque el mal persiste, y la presencia de esta tribu resulta igualmente tóxica o más, ya aburren hasta a sus propios acólitos. Sin embargo, no deja de sorprender su capacidad para escenificar el ridículo que representan.

La pretensión de que la Generalitat como Institución afronte el coste de sus delirios, forma parte de su universo mental. Que el dinero de todos costee las consecuencias de sus errores, debe parecerles normal dada la percepción que tienen de ellos mismos. Casi 6.000.000 de € están obligados a pagar de su propio bolsillo, y eso les duele más que las sentencias condenatorias.

Una cosa es que te priven de libertad por un tiempo, como peaje al Olimpo de los héroes supremacistas, y otra cosa es que te toquen la “butxaca”.

El Tribunal de Cuentas ha actuado de acuerdo a sus funciones constitucionales, pero no tiene las competencias para privar a esta gente de su acceso a la “mamella”. Así que previsiblemente, una vez más serán los empobrecidos recursos de la ciudadanía los que de una u otra manera paguen la factura. En todo caso siempre les quedará P. Sánchez para satisfacer sus más mezquinas pretensiones.

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