El ‘Torrente’ de la Federación: Rubiales, el Maestro de las Hazañas Bochornosas

Hoy deberíamos estar hablando de Puigdemont y de las vergonzosas concesiones que Sánchez ya ha hecho, y de las que está preparando con Conde, afinándolas en el Tribunal Constitucional para que parezcan simples “accidentes”. Ya saben, referéndum, amnistía, paraíso fiscal y dos huevos duros. También deberíamos estar discutiendo el insoportable precio de todo: la luz, el gas, el combustible, la cesta de la compra y unas hipotecas desbordadas que están arruinando a las familias, todo sin que nadie haga ni diga nada. Pero no, hay algo que eclipsa todo esto y monopoliza la conversación nacional: un tipo muy chulo que hace cosas infames y dice cosas horribles. No, no estamos hablando de Pedro Sánchez, se llama Luis Rubiales, sigue siendo el presidente de la Federación de Fútbol y ha superado al mismísimo Sánchez en algo en lo que parecía imbatible: conseguir que se hable mal de España en todo el mundo.

Es como si Santiago Segura decidiera hacer una nueva entrega de Torrente. Es difícil que la parodia de un macarra como Rubiales mejore al original. Y en apenas una semana, el tipo ha hecho todo lo que saldría en una de esas comedias bestias que, por cierto, ya no se pueden hacer en España por miedo a los “ofendiditos” que son legión y buscan, a todas horas, algo de qué quejarse. Y como ya todo el mundo se considera víctima, nadie acaba siendo víctima de verdad.

Este Torrente de la Federación se rascó la entrepierna en el palco, en un acto oficial, delante de la reina y de la infanta. Después, le plantó un beso en los labios a una jugadora, sin importar si era consensuado o no. Estamos en un acto oficial, representa algo, y no se puede comportar de esa manera. Esto no es un delito, pero es una barbaridad. Cogió la cabeza de la jugadora como si estuviera palpando un melón. Más tarde, bajó al vestuario y bromeó sobre casarse con ella. Luego, llamó “tontos del culo” a todos los que nos horrorizamos con su comportamiento. A continuación, presentó unas disculpas que sonaron a “venga, chiquillas, vámonos de vacaciones y a callar”. Y, finalmente, cuando se dio cuenta de que había arruinado todo, se atrincheró en la Federación y soltó por esa boquita lo más grande contra el vestuario, el feminismo, los medios de comunicación y todo lo que se moviera. Anunció que no se iba a ir porque, claro, según él, ha hecho la mejor gestión de la historia del fútbol español. ¿Ustedes creen que debería seguir por lo que voy a decir? ¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir! ¡No voy a dimitir!

Juntando a Rubiales con Pedro Sánchez y Santiago Segura, pareciera que estamos viendo una película cómica que ha superado todos los límites. Rubiales ha logrado que la prensa mundial hable más mal de España por su machismo que por censurar a las mujeres y perseguir a los gays. Gracias, macho, Rubiales, eres un fenómeno. Pero no nos engañemos, este fenómeno ha sido protegido y promocionado por el gobierno durante cinco años, a pesar de sus excesos, chanchullos y barbaridades. Y esta misma semana, el gobierno se hizo el desentendido hasta que la marea lo obligó a actuar.

Ni Miquel Iceta ni Pedro Sánchez pidieron su dimisión hasta el último momento. Sánchez incluso le recibió en Moncloa y se hizo fotos con él. ¡Qué gesto tan serio! No, el gesto serio hubiera sido retirarle el saludo y dejarlo afuera. Solo las ministras de Unidas Podemos y del PSOE le criticaron con dureza, pero en realidad, fue para intentar lavar la ley del “sí es sí” y blanquear las consecuencias de una ley que ha beneficiado a más de mil agresores sexuales. ¿De verdad, chicas, creen que han descubierto algo nuevo? Además, han intentado convertir una causa noble como la igualdad en un negocio político y económico mientras dañaban a las mujeres.

En resumen, Rubiales tiene que dimitir, y todos deben denunciarlo, incluyendo los futbolistas y entrenadores de élite que guardan un vergonzoso silencio. Ya es hora de que se vaya el Torrente de la Federación, un tipo sin principios y mal encarado que no sabe comportarse en público y que usa el poder a su antojo. Y no, no estamos hablando de Pedro Sánchez.

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