Ya que en mi anterior texto me referí a un futuro y probable -aunque, por desgracia para la humanidad y el humanismo, demasiado poco probable- “Segundo Tribunal de Nuremberg”, cuya constitución sirva para juzgar y condenar a las personas que han impulsado y promovido el “Escándalo del covid-19”, y también a todas las personas que, bajo sus órdenes, han participado en la orquestación de la plandemia (políticos, periodistas y expertos vendidos), voy a volver a mencionar repetidamente ese nombre de ciudad que es Nuremberg, pero voy a hacerlo esta vez para referirme al CÓDIGO DE NUREMBERG, el cual fue promulgado por el Tribunal Internacional de Nuremberg en 1947.

El Tribunal de Nuremberg es un tribunal internacional que, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), acordaron crear Inglaterra, Irlanda del Norte, Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética -es decir, los países aliados- con el fin de juzgar ciertos crímenes cometidos durante la guerra. Entre los casos juzgados, uno fue el denominado “Juicio de los médicos”, donde se procesó a 23 doctores (entre los que no se encontraba el archifamoso Dr. Josef Mengele por no haber podido ser capturado) y otros funcionarios por su participación en los experimentos realizados con prisioneros de campos de concentración.

Como consecuencia de ello, se redactó un documento de 10 puntos conocido como CÓDIGO DE NUREMBERG. En él se establece que ciertos experimentos médicos en seres humanos pueden ser beneficiosos y satisfacen -generalmente- la ética de la profesión médica. Sin embargo, se indica que deben cumplirse ciertos principios para que estos procedimientos sean “morales, éticos y legales”.

Ya desde su primer punto, el CÓDIGO DE NUREMBERG apunta al consentimiento informado. Ese primer punto no tiene desperdicio para todos los que no queremos que se nos inocule la vacuna contra el covid en contra de nuestra voluntad, como no queremos que se nos someta a ningún tratamiento médico de ningún tipo en contra de nuestra voluntad y sin nuestro consentimiento, y que también nos oponemos a que se instaure la obligatoriedad de vacunarse contra el covid, o contra la enfermedad que sea, así como a que los hijos de la gran puta de los políticos, periodistas y expertos vendidos que padecemos manipulen y chantajeen a la gente para inducirla a ponerse la vacuna contra el covid “voluntariamente”.

Lo que pone textualmente el primer punto del CÓDIGO DE NUREMBERG merece ser leído muy detenidamente y es lo siguiente:1) El CONSENTIMIENTO VOLUNTARIO del sujeto humano es absolutamente ESENCIAL. Esto quiere decir que la persona implicada debe tener capacidad legal para dar su consentimiento; que debe estar en una situación tal que pueda ejercer su libertad de escoger, sin la intervención de cualquier elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción o algún otro factor coercitivo o coactivo; y que debe tener el suficiente conocimiento y comprensión del asunto en sus distintos aspectos para que pueda tomar una decisión consciente. Esto último requiere que, antes de aceptar una decisión afirmativa del sujeto que va a ser sometido al experimento, hay que explicarle la naturaleza, duración y propósito del mismo, el método y las formas mediante las cuales se llevará a cabo, todos los inconvenientes y riesgos que pueden presentarse, y los efectos sobre su salud o persona que puedan derivarse de su participación en el experimento. El deber y la responsabilidad de determinar la calidad del consentimiento recaen en la persona que inicia, dirige, o implica a otro en el experimento. Es un deber personal y una responsabilidad que no puede ser delegada con impunidad a otra persona.

Sobre el “SEGUNDO TRIBUNAL DE NUREMBERG” del que ahora se está hablando

Miles de abogados de todo el mundo respaldan al abogado estadounidense-alemán Reiner Fuellmich, el cual está procesando a los responsables del escándalo del Covid-19 manipulado por el Foro de Davos. Cabe recordar que Reiner Fuellmich es el abogado que logró condenar al gigante automovilístico Volkswagen en el caso de los catalizadores manipulados, y que es el mismo abogado que consiguió condenar al Deutsche Bank como empresa criminal.

Según él, todos los fraudes cometidos por las empresas alemanas son ridículos en comparación con los daños que ha causado y sigue causando la crisis del Covid-19, la cual debería ser rebautizada como el “Escándalo del Covid-19”, y todos los responsables deberían ser procesados por daños civiles debido a la manipulación y falsificación de los protocolos de ensayo. Por lo tanto, una red internacional de abogados de negocios alegará el mayor caso de agravio de todos los tiempos, el escándalo de fraude Covid-19. Por iniciativa de un grupo de abogados alemanes se ha creado una comisión de investigación Covid-19 con el objetivo de interponer una demanda colectiva internacional utilizando el derecho anglosajón.

En su última comunicación del Dr. Fuellmich, del 15 de febrero de 2021, el Dr. Reiner Fuellmich explica -que las audiencias de un centenar de científicos, médicos, economistas y abogados de renombre internacional que ha llevado a cabo la Comisión de Investigación de Berlín sobre el asunto Covid-19, desde el 10 de julio de 2020, han demostrado, con una probabilidad cercana a la certeza, que el “Escándalo del Covid-19” no fue en ningún momento un problema de salud, -que se trataba más bien de concretar el poder -ilegítimo, porque fue obtenido por métodos criminales- de la corrupta “camarilla de Davos”, transfiriendo la riqueza del pueblo a los miembros de esta camarilla, a base de destruir, entre otras cosas, las pequeñas y medianas empresas en particular, por lo que plataformas como Amazon, Google, Uber, etc. podrían así apropiarse de su cuota de mercado y riqueza.¿Podría acabar esta historia en lo que podría ser denominado “un segundo tribunal de Nuremberg”?

Lo dudo mucho… ¿Que por qué? Porque los criminales de guerra nazis (aunque solo los que llegaron a ser capturados poco después de la Segunda Guerra Mundial) fueron juzgados por sus crímenes y atrocidades en los procesos de Nuremberg gracias a que los países aliados, es decir, sus enemigos, ganaron la Segunda Guerra Mundial y adquirieron así poder sobre ellos. Parece que no existe, en cambio, por desgracia para la humanidad y todas las personas de bien que pueblan la Tierra, ningún poder superior al de los impulsores del “Escándalo del covid-19”, por lo que es muy poco probable que, ni ellos, ni sus innumerables colaboradores (políticos, periodistas y expertos comprados), es decir, los que podrían ser genéricamente llamados “nazis covidianos”, lleguen a ser juzgados en el futuro para que paguen por el inconmensurable daño que han causado.

Deja un comentario