Un plan frío y macabro motivado por la ambición
El llamado ‘crimen de la cabeza’ de Castro Urdiales (Cantabria) sigue estando lleno de incógnitas para los investigadores que trabajan en él desde hace casi un año. Pero parece que, poco a poco, la Policía esta más cerca de resolverlo.
Mientras Carmen Merino (61), la acusada de haber matado y decapitado a Jesús Mari Baranda (67), continua en prisión y sigue manteniendo que “alguien dejó el cráneo en su puerta” y que ella lo guardó porque era “el único recuerdo que tenía” de su pareja, los encargados del caso parecen haber descubierto el verdadero móvil del asesinato: el dinero.
TODO POR DINERO
La Guardia Civil trabaja en la hipótesis de que, puesto que a la víctima se la había dado por desaparecida, Carmen guardase su cabeza para después dejarla en algún lugar donde fuese descubierta. Una vez que cotejasen el ADN y viesen que pertenecía a Jesús Mari, le darían oficialmente por muerto y ella se convertiría en heredera de parte de los bienes de este, cobrando el tercio de libre disposición de su herencia.
Los investigadores siempre han barajado la ambición económica como el principal motivo del asesinato.
No en vano, cuando Carmen fue detenida, encontraron 10.000 euros escondidos bajo su sofá, cantidad que había ido sacando de las cuentas de Jesús Mari.
Pero esta no es la única novedad en este macabro caso.
Al parecer, el cráneo de la víctima fue quemado y envuelto en papel de periódico. Concretamente, en la página del autodefinido que, al parecer, estaba rellena con la letra de Carmen.
Un detalle que, de conformarse, evidenciaría la frialdad de la supuesta asesina, que días después de la desaparición de Jesús Mari compró dos sierras y posteriormentete buscó por Internet como desatascar una motosierra.