Jennifer Hermoso, la estrella del balompié que parece sacada de un culebrón de televisión, decidió que sus habilidades futbolísticas no eran suficientes para conseguir lo que realmente deseaba: un contrato de cuatro años con el FC Barcelona. ¿La razón detrás de esta audaz exigencia? Evitar que su “inocente” encuentro con el presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, se convirtiera en la comidilla favorita de la izquierda. ¿Agresión sexual o simple beso no consentido? El dilema existencial del siglo.

Dejando a un lado las pataletas futbolísticas y los acalorados piquitos, parece que Hermoso decidió mezclar un poco de política con su deporte favorito. Después de un día de declaraciones sin sentido sobre lo “inofensivo” del beso de Rubiales, Jennifer y sus colegas decidieron tomar un merecido descanso en Ibiza. ¿Qué mejor lugar para olvidar todos estos dramas que una discoteca legendariamente olvidable? Mientras tanto, Rubiales, siempre un tipo previsor, decidió enviar un intermediario para que Jennifer Hermoso recitara algunas palabras que pondrían fin a este circo mediático.

Por lo que ha trascendido, Jennifer Hermoso exigió a Rubiales “un contrato de cuatro años con el Barça” para estar cerca de Alexia Putellas a cambio de parar el escándalo”

Y aquí es donde las cosas se ponen jugosas: parece que Hermoso, oliendo la oportunidad de oro, exigió un contrato del FC Barcelona por la modesta duración de cuatro años, junto con un sueldo de alrededor de 150.000 euros al año a cambio del favor.
¡Nada mal para alguien que ya había tenido su oportunidad en el Barcelona y decidió marcharse en medio de un drama de telenovela!

Pero, ¿por qué ese deseo ardiente de volver al Barcelona? Por supuesto, la razón principal era estar cerca de su ex pareja sentimental, Alexia Putellas. Porque, ¿quién necesita amor cuando puedes tener un contrato millonario de fútbol? Parece que la convivencia entre ambas tras su ruptura no era precisamente idílica, y Alexia, la líder del vestuario, decidió que o Jennifer o ella. ¡Un dilema que ni Shakespeare habría podido escribir mejor!

El presidente del Barcelona, Joan Laporta, también entró en escena. Quizás inspirado por sus asesores, decidió dejar caer a Rubiales como un paquete mal envuelto. ¡Parece que las viejas amistades valen menos que una oportunidad de hacer un movimiento político oportuno! El jefe de la Federación, confiado en su relación con el Barcelona, no vio venir esta traición.
Mientras tanto, Jennifer Hermoso, que aún no sabemos si es una víctima o una estratega política brillante, comenzó a sentir la presión de sus colegas que buscaban vengarse de Rubiales y Vilda, el entrenador. ¡Un auténtico melodrama en los campos de juego!

En resumen, Jennifer Hermoso, la deportista y estratega política en potencia, demostró que incluso en el mundo del deporte, la ambición no tiene límites. ¿Quién iba a pensar que un inocente beso desencadenaría un culebrón que incluiría chantajes, traiciones, y una mezcla sorprendente de fútbol y política? El caso de Jennifer Hermoso nos muestra que, en el fútbol, al igual que en la vida, los besos no siempre son solo eso, ¡y que detrás de un balón siempre hay una historia jugosa esperando ser contada!

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