LA NUEVA CRÓNICA NEGRA DE UNA PANDEMIA
Decimotercer día de confinamiento.
Me acosté tarde viendo de nuevo el clásico de John Sturges “Los siete magníficos” pero, aún así, a las 4:30 AM desperté entre sudores tras la enésima pesadilla. Intenté volver a caer en brazos de alguno de los mil hijos engendrados por Hipnos y Nix pero no me fue posible debido a la calentura y al nerviosismo pensando que “el bicho” ya había anidado en casa. Corrí al sofá y me coloqué el viejo termómetro de mercurio bajo la axila durante cinco interminables minutos en los que ya me veía aislado en la habitación más oscura de mi casa por el bien de mi señora, 36´5 grados… la histeria que nos rodea durante el día había hecho presa en mí y me dejé llevar. Aplanado por un sentimiento de alivio/vergüenza por ser tan “humano” me quedé en el sofá sin poder pegar ojo durante el resto de la noche debatiéndome entre hacer uso de mi exclusión por enfermedad renal crónica o mantenerme con dos cojones y un palo en mi puesto de trabajo para no joder a los compañeros que tienen niños y contribuir a mantener la Administración en su grado óptimo o, al menos, operativo.
Opté por seguir, seguro que me lo paga el Estado…digo, Dios nuestro Padre.
Llego a mi puesto de trabajo, ohhh Dios, por fin gel hidroalcohólico, qué exceso, medio litro para 6 funcionarios, un vigilante de seguridad y los usuarios que puedan acudir, ahhh y un par de guantes diarios para cada uno. La verdad que no es mucho pero, joder, después de casi un mes desollando las manos con alcohol de 96 grados la cosa no está nada mal, encima habrá que lamerles el esfínter.
Mascarillas no, esas se prometen día a día con cientos de circulares y estúpidos papeles que explican incluso las normas del reparto pero nunca hay mascarillas tangibles para ese reparto, parecía de chiste si no fuera tan trágico. Dije casi un mes de intoxicación etílica de la epidermis no por confusión, ya sé que oficialmente es el decimotercer día de medidas pero es que yo, ante la perspectiva italiana, llevaba ya otras dos semanas de medidas particulares a pesar de las risas del imbécil de mi amigo Desiderio el de Podemos. Es que Desiderio es así, saben ustedes, un poco gilipollas, de facto fue de los pocos que el día 16 continuaba tomándose las medidas a broma y lo tuve que sacar a patadas de mi despacho cuando se coló como si no pasara nada en un despiste del vigilante (patadas dialécticas, no se me alarme nadie).
Tampoco me equivoco cuando me avergüenzo de ser humano y de tener momentos de flaqueza pues no tengo el menor derecho viendo y escuchando otras cosas: esos Guardias Civiles, policías y militares que tienen que desempeñar sus funciones muchas veces a pecho descubierto sin protección alguna (aún la semana pasada compartimos una docena de guantes que aparecieron por aquí con los guardias); mi mujer y sus compañeras que luchan a diario en la residencia para que no entre el mal y sobreviven con mascarillas de tela confeccionadas por ellas mismas, intentado sacar fuerzas de flaqueza para que los ancianos vivan felices y abstraídos, en la medida de lo posible, de todo lo que está pasando fuera; por cierto, les “animó” muchísimo la infamia de la señora ministra de Defensa cuando señaló con el dedo a todas las residencias privadas por lo que “le contaron” que pasó en una concreta de Madrid, también “animó” mucho a las familias de los ancianos, menos mal que les han puesto video-conferencias para que vean que, por ahora, todo va bien; esos sanitarios, que están siendo diezmados por la enfermedad como en país alguno, por falta de material de protección adecuado; o esa pobre gente que revive las más negras posguerras hacinando cadáveres a los que nadie puede velar en un puto palacio de hielo que ya no es palacio sino que es la morgue más terrorífica, insalubre y de película de terror que hayamos podido imaginar.
Amigos, compañeros, compatriotas, hermanos… más que nunca debemos estar unidos, codo con codo, para pedir cuentas a los que, por irresponsabilidad o dejación, son genocidas con todas las letras, asesinos en masa que deben pagar por ello y no irse de rositas como siempre.
Ochocientos cadáveres diarios son muchos cadáveres para que, cuando esto pase, sigan allá arriba en sus poltronas como si nada hubiera pasadopasado y con las encuestas de Tezanos intactas. Todos los días leo que se ha insultado a gente que va por la calle sin pararnos a pensar que pueden ser sanitarios, funcionarios en sus funciones o personas que, por pura necesidad, tiene que sacar a su hijo autista a dar un paseo (ante la duda, llamad a la policía pero no los increpéis ni mucho menos los insultéis); todos los días leo a personas indignadas porque muchos funcionarios cobrarán el 100% de sus nóminas mientras otros se quedarán sin nómina, falso, porque los funcionarios siempre somos los primeros de los que tirar en circunstancias como las que vendrán y ya hemos sufrido con otros Gobiernos, de igual corte que el actual, la merma de nuestras nóminas, la congelación de nuestros sueldos o la supresión de pagas extra, permisos, derechos y demás; todos los días leo ofensas a la Iglesia y a la gente que reza porque supuestamente no aportan nada cuando se sigue desarrollando la inmensa labor social de siempre y que jamás podría ser asumida por el Estado sin que acabara en una ruina total (por cierto, la semana que viene Cáritas hace su habitual reparto entre los necesitados, lo hacen VOLUNTARIOS, poniendo en peligro sus vidas y la de sus familias mientras los “criticones de sofá” no asumen riesgo alguno y les parece raro que recemos.
Por eso, amigos, esta situación debe conducir a una reflexión profunda sobre quiénes son de verdad los culpables de todo esto y sobre que no debemos perder el tiempo buscando culpables que no tienen culpa.
El señor presidente del Gobierno y todo su gabinete sabían muy bien lo que supone el COVID-19 y lo que podía pasar; en lugar de afrontar las circunstancias, tomar medidas y explicarlas como estadistas responsables y suspender el 8M, o aún incluso el Carnaval, prefirieron jugar a la ruleta rusa con nuestra salud, arriesgarse a mantener cosas por puro interés electoral y aquí están los resultados.
El Gobierno, con los datos que maneja, pudo haber hecho acopio del material necesario para una posible extensión de la enfermedad, no lo hizo, y como no lo hizo hoy vivimos una situación vergonzosa en la que se ha hecho realidad como nunca aquello de “África comienza en los Pirineos” y tenemos a los sanitarios protegiéndose con bolsas de basura y a los funcionarios con lo que pueden y, por tanto, cayendo como moscasmoscas a engrosar las listas de enfermos o de cadáveres.
Entretanto la élite populista campa por sus respetos, hacen lo que les da la gana, viven como Dios en su limbo particular y, cuando caen, tienen la RUBER INTERNACIONAL (6000 pavos de media al día por persona) a pesar de criticar sin pudor la sanidad privada e ir de “socialistas sencillos”.
El señor presidente y el señor vice-presidente segundo son personas que deberían estar aisladas a cal y canto en la cuarentena más estricta porque sus señoras son positivas en COVID-19 y, sin embargo, se han saltado de forma temeraria y negligente esa cuarentena (obligatoria para los demás) para hacer el carnaval y dar mítines absurdos (sobre todo Pablo Iglesias) con la que está cayendo y poniendo en peligro a todos los ministros y a los diputados entre otros.
El Gobierno tiene a un señor científico disimulando los datos con su forma particularmente tranquila de ver las cosas y usado como marioneta para decir lo que el Gobierno desea comunicando día a día mentiras, datos imprecisos y estupideces politizadas que se caen por su propio peso y por los datos reales. Un cómplice desde el punto y hora que ha dicho barbaridades como que “algunos pueden no cumplir la cuarentena por sus circunstancias”, que “el pico de los cojones llega hoy, llega mañana o llega dentro de tres meses” o prometiendo e informando sobre material que nunca llega a pesar de estar pedidopedido o que llega caducado o inservible.
El Gobierno ha elaborado un plan de salvación económica engañoso e irreal, basado en créditos, avales y en dinero inexistente, que conducirá a nuestro país a la más negra crisis que hayamos vivido.
Concluimos pues que estamos gobernados por personas absolutamente negligentes cuya incompetencia sumada a sus intereses políticos dan como resultado que son GENOCIDAS por omisión y por ineptitud.
Zapatero engañó sobre la existencia de una crisis y arruinó nuestra economía.
Sánchez y sus secuaces no solo lo repiten con la economía sino con algo mucho más serio, nuestra salud.
Deberán ser juzgados por la Historia y por los Tribunales y pagar por ello; si después de esta sangría infame, este Gobierno sigue como si nada hubiera pasado y se va de rositas tendremos muy merecido lo que va a suceder y nos tendrán que pedir cuentas los familiares de esos miles de personas que se están muriendo en el más jodido y vejatorio anonimato y de la más jodida dejación en siglos.