Porque durante la época del PP, todo era corrupción intolerable, ¿verdad? Cada vez que alguien del Partido Popular respiraba fuera de ritmo, ¡bam!, ahí teníamos un nuevo escándalo. Pero ahora, en esta gloriosa era del sanchismo, nada parece ser corrupción. Vamos a desglosar este espectáculo, paso a paso.

El hermano del presidente: ¿Un mago financiero?

Empecemos por David Sánchez, el hermano del presidente. Un día se despierta y, ¡sorpresa!, tiene 2 millones de euros de patrimonio. No, no se ha ganado la lotería ni ha descubierto un yacimiento de petróleo en el patio trasero. Simplemente, apareció. ¿Milagro? ¿Magia? Quién sabe. Pero, claro, no hay nada que explicar. Tiene un trabajo al que, curiosamente, no va. Pero no pasa nada. Todo en orden.

La intachable Begoña Gómez

Sigamos con la primera dama, Begoña Gómez. Está imputada por tratos con empresas que luego, casualmente, reciben adjudicaciones públicas. Pero tranquilos, que todo es intachable. No hay nada que ver aquí, ciudadanos. Todo es tan limpio y transparente como el agua de un manantial en los Alpes suizos.

El fiscal general del Estado: Revelando secretos

El fiscal general del Estado está a punto de ser imputado por revelar datos reservados de una persona (del novio de la Ayuso). En cualquier otra parte del mundo, esto sería motivo para que alguien abandone el cargo inmediatamente. Pero estamos en el sanchismo, amigos. Aquí, la ética y la responsabilidad son conceptos muy flexibles. ¿Abandonar el cargo? ¡Ni aunque le condenen! Aquí se queda, porque si algo hemos aprendido es que la lealtad al líder lo es todo.

Los portalitos de Belén del sanchismo

Y mientras tanto, algunos portalitos de Belén del sanchismo dedican los cuatro duros que tienen a tratar de buscarle las vueltas al juez que se atreve a investigar las actividades empresariales de la esposa del presidente. Porque, claro, no puede ser que alguien se atreva a investigar a la intachable Begoña. ¡Faltaría más!

Ridículo espantoso

Estos mismos portalitos hacen el ridículo más espantoso, seguidos por los propios mamporreros de prensa que tiene el PSOE en su partido. Sí, esos medios que están siempre dispuestos a defender lo indefendible y a lanzar cortinas de humo para distraer a la opinión pública. No importa cuán absurda sea la defensa, ahí están ellos, con el cuchillo entre los dientes, listos para cualquier batalla por ridícula que sea.

La doble vara de medir

Ahora, aquí es donde el cinismo alcanza su clímax. Durante la época del PP, los medios y los fiscales parecían tener una especie de detector de corrupción de alta sensibilidad. Cada gesto, cada susurro, era escudriñado y denunciado. Pero ahora, en el sanchismo, ese detector parece estar roto. ¿Cómo es posible? ¿Será que la corrupción tiene una preferencia de partido?

Los milagros del sanchismo

Vayamos a los milagros del sanchismo. El presidente tiene un hermano que se enriquece de la noche a la mañana, una esposa que es intachable a pesar de las imputaciones y una fiscal que revela datos reservados sin consecuencias. Este es un gobierno donde todo es posible, excepto la transparencia y la rendición de cuentas.

El arte del despiste

Este gobierno ha perfeccionado el arte del despiste. Cuando surge un escándalo, la estrategia es clara: desviar la atención, lanzar acusaciones sin fundamento contra otros y, si todo falla, victimizarse. “¡Nos atacan porque somos los buenos!”, claman. Y así, el círculo se cierra. La corrupción, si la hay, no se ve. Y si se ve, no se toca. Y si se toca, no pasa nada.

La máquina de propaganda

La máquina de propaganda del sanchismo es digna de estudio. Utiliza cada recurso a su disposición para crear una narrativa en la que ellos son los héroes incomprendidos, luchando contra un sistema corrupto que, curiosamente, ellos mismos administran. Los medios afines siguen el guion al pie de la letra, sin cuestionar, sin investigar. Porque en tiempos del sanchismo, la verdad es lo que dice el líder.

Una realidad paralela

En conclusión, la corrupción en tiempos del sanchismo es como un truco de magia. Está ahí, pero no la ves. O mejor dicho, no te dejan verla. Y si la ves, te convencen de que no es real. Mientras tanto, el hermano del presidente sigue sumando millones, la esposa intachable sigue con sus negocios y el fiscal sigue revelando datos sin consecuencias.

Es una realidad paralela, donde los mismos actos que antes eran condenados, ahora son justificados o, directamente, ignorados. Todo gracias a la maquinaria bien aceitada del sanchismo, que ha conseguido lo que parecía imposible: transformar la corrupción en virtud y la impunidad en norma. Así que, queridos lectores, sigan atentos, porque en este circo, el espectáculo nunca termina.

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