Los disturbios generados por la detención y encarcelamiento del rapero Hasél me han desconcertado.

No creía yo que nuestra juventud estuviera tan huérfana de referencias como para sentirse solidaria con un apologista del caos y la violencia.

Así que para intentar comprender, antes que comentar sin conocimiento he buscado las referencias sobre ese personaje que pudieran arrojar luz sobre la naturaleza de su carácter y también de su mensaje tan cuestionado. Ha resultado más difícil de lo que creía. La defensa o las críticas sobre el personaje son nebulosas, incoherentes, y fruto de una construcción interesada para una u otra facción. Fue en las entrevistas que había concedido o en la exposición de sus ideas en el YouTube las que me dieron la imagen más creíble a mi entender sobre el contenido y el continente.

Sucede, que aunque soy contrario a contar batallitas de esas que te colocan en el lugar que no estuviste, combatiendo falsamente lo que nunca te interesó, puedo empatizar hasta cierto punto con las expresiones callejeras contra un sistema que no nos propone una fórmula justa y satisfactoria a nuestras frustraciones vitales.

De joven, participé en más de una, y en aquel entonces, estaba convencido de que era una expresión justificada frente a las injusticias y desequilibrios sociales. Más tarde, el carácter cambia, el pragmatismo se impone, y te esmeras más en construir, corregir y en definitiva mejorar la herencia recibida.

Al analizar las manifestaciones de Hasél no percibo nada de aquello que motivó las movilizaciones de mi juventud y otras posteriores. Su acción parte de un odio inmenso por la sociedad de la que forma parte. Alardea de un nihilismo en el que ha encontrado su causa, y también la forma de significarse ante quienes vacíos de luz encuentran su razón de ser en el caos y la oscuridad. Aun así, descubro un personaje inteligente, que modula su mensaje eludiendo cuando le interesa las partes más oscuras de éste, y busca, y al parecer consigue, ser un referente para esa juventud que hemos abandonado a su suerte sin abordar sus inquietudes, su falta de futuro y su enfado con quienes o son incompetentes o carecen de interés en ofrecerles un futuro.

Hasél, o terminará como un juguete roto, abandonado por quienes ahora lo manejan desde las sombras, o peor todavía como un icono vacío. En el proceso, algunos jóvenes perderán aún más las ilusiones y esperanzas que deberían ser el motor de su futuro y del nuestro. Seguirán enfrentándose a unas fuerzas del orden desbordadas y traicionadas por esos trileros que desde las instituciones contaminan el escenario sin arriesgar sus poltronas.

Hasél tiene una voz fuerte, y unas ínfulas mesiánicas propias de aquellos pseudo- revolucionarios que tanto sufrimiento generaron, y como aquellos, tiene el carisma y el mensaje capaz de movilizar a quienes en su hormonada y frustrada juventud buscan una respuesta a lo que no entienden.

Hasél y otros como él tendrán su espacio en los próximos meses, y posiblemente en los próximos años, mientras algunos cobardes encuentren rentable su existencia amparados en las sombras de sus oscuros intereses.

Saludos

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