Finalmente ha sucedido lo que tantos temíamos, Marlaska mintió, y lo hizo en un contexto, donde esa mentira es lo más parecido al perjurio con cuyas consecuencias jurídicas (en este caso políticas), este juez estrella debería estar familiarizado.
En democracia, ejercer como juez, es una de las más altas funciones a las que un servidor público puede aspirar. Como titulares y defensores de la verdad jurídica, son también la última garantía de que nuestra democracia sobrevivirá a la corrupción del sistema en cualquiera de sus versiones (corrupción, prevaricación, nepotismo…). Hoy millares de jueces y otros funcionarios al servicio de la Administración de Justicia, deben sentirse avergonzados por cómo uno de los suyos (de los más ilustres) ha arruinado su prestigio sirviendo a un amo que representa mucho de aquello contra lo que anteriormente luchaba.
Marlaska, antes defensor de la verdad que es esencia de la justicia, ha terminado asumiendo el papel de esos segundones útiles, cuya principal función es ocultar la realidad de los errores de su amo. Lo hizo con descaro, pensando que su contradictoria versión de los hechos, ocultaría la razón de su prevaricadora decisión. Porque ¿qué otra cosa fue, la destitución de otro funcionario del Estado que se negó a cometer delito en beneficio de un gobierno al que Marlaska pertenece?
La verdad es tozuda, y quienes la ocultan en beneficio propio terminan pagando la factura. En el pasado alguno hubo que cometió el mismo error por creer ingenuamente que lo hacía por una razón superior. No fue el caso, y este tampoco. Qué pena Marlaska. ¿¿Valió la pena??
F:R
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Muchos jueces son absolutamente incorruptibles; nadie puede inducirles a hacer justicia.
Bertolt Brecht
Dramaturgo y poeta alemán (1898-1956)
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“La democracia, como la aristocracia, como todas las instituciones sociales, llama calumnias a las verdades que le dicen sus enemigos y justicia a las lisonjas de sus parciales”
— Concepción Arenal