Pues sí, queridos. Resulta que toda esa película de «vamos a salvar Gaza» era exactamente eso: una película. Y de las malas. Una agente israelí encubierta se coló en la famosa flotilla de Gaza con una cámara oculta y, chicas, lo que ha destapado es de traca. Que si Hamás financió todo el tinglado, que si los barcos iban más vacíos que la despensa de una influencer a dieta, que si todo era puro teatro para las redes sociales. Vamos, que nos han tomado el pelo pero bien tomado.

La infiltrada, que se hizo pasar por una voluntaria buenecita en busca de experiencias vitales (ya sabes, de esas que luego ponen en Instagram con filtro vintage), se metió hasta la cocina de las organizaciones pro-palestinas que montaron este numerito. Y lo que grabó con su cámara oculta es para enmarcar. Los propios activistas admiten que la financiación venía de Hamás y los Hermanos Musulmanes. Así, sin anestesia. Y que lo de la ayuda humanitaria era más falso que un bolso de Louis Vuitton en el top manta.

El Casting de Lujo: Greta Thunberg, Ada Colau y Barbie Gaza

Porque esto no sería un escándalo de primera sin sus estrellitas, ¿verdad? Pues en esta flotilla viajaban nada menos que Greta Thunberg, la activista sueca del clima que ahora también se apunta al bombardeo mediático de Oriente Medio. También subió a bordo Ada Colau, ex alcaldesa de Barcelona, que se grabó haciéndose la víctima cuando Israel la detuvo. Y cómo olvidar a Barbie Gaza, la tal Ana Alcalde, que se ha convertido en la portavoz no oficial de este circo ambulante.

La agente encubierta no se anduvo con chiquitas. Asistió a conferencias, reuniones en Jordania, en Berkeley California (porque el activismo de salón mola más con palmeras de fondo), y hasta se subió a uno de los barcos. Y ahí es donde viene lo mejor: los barcos prácticamente no llevaban nada. Nada de nada. Cero patatero. Pero eso sí, muchas cámaras, muchos selfies y mucho postureo 2.0.

La organización ACOM (Acción y Comunicación sobre Oriente Medio), que se dedica a promover las relaciones entre España e Israel y a luchar contra el antisemitismo, ha sido la que ha difundido toda esta investigación por redes sociales. Y la televisión israelí la ha emitido entera. Porque cuando tienes pruebas de este calibre, te las guardas en el móvil no, amor, esto hay que ventilarlo bien ventilado.

En las grabaciones con cámara oculta, los activistas reconocen sin despeinarse que la misión era principalmente para relaciones públicas y propaganda. O sea, marketing puro y duro. Vender la moto. Generar contenido viral. Conseguir likes. Todo menos llevar ayuda humanitaria de verdad a la gente que la necesita. Pero bueno, mientras las fotos queden bonitas en el feed, ¿no?

Los Barcos Vacíos: Cuando la Realidad Supera la Ficción

Y por si la cosa no fuera suficientemente jugosa, hace unos días un soldado israelí denunció que el barco de Ada Colau no llevaba ayuda humanitaria. Este militar se dedicó a grabar un vídeo en la bodega de la embarcación, que era una de las más grandes de la flotilla, y aparece prácticamente vacía. Vacía del todo. Como el argumento de una película de Telecinco un domingo por la tarde.

«Falta una cosa», ironiza el soldado en el vídeo, haciendo referencia a «toda esa ayuda que se suponía que iban a traer a Gaza» y que brilla por su ausencia. Vamos, que si buscas ayuda humanitaria en esos barcos, encuentras antes a Lord Voldemort dando clases de yoga.

El portavoz del Ejército israelí, el general de brigada Effie Defrin, ya había cantado las cuarenta hace días. Denunció que la flotilla estaba financiada por representantes de Hamás en Europa. «Tenemos pruebas de ello», soltó en rueda de prensa, y añadió que «todos los que apoyan esta iniciativa en realidad apoyan a los asesinos del 7 de octubre de 2023». Que fue cuando Hamás masacró a 1.200 israelíes y dejó cerca de 3.000 heridos. Pero claro, esos detalles no quedan tan bien en las stories de Instagram.

El portavoz del Ministerio de Exteriores israelí, Eden Bar Tal, también se ha pronunciado sobre el tema. Ha destacado que el objetivo de la flotilla «organizada por Hamás» no es llevar ayuda humanitaria, sino «provocar». Provocar, armar follón, crear contenido, generar polémica. El manual del activista moderno, vamos.

Y ahora agárrate porque viene lo mejor: hace unos días se destapó que el número dos de la flotilla asistió el pasado febrero como invitado al funeral de los líderes terroristas de Hezbolá, Hassan Nasrallah y Hisham Safieddine, eliminados por Israel en operaciones antiterroristas. O sea, que este señor se fue de funeral VIP a despedir a terroristas. Pero luego vienen de pacifistas y de buena gente. La coherencia, esa gran desconocida.

Barbie Gaza y su Versión Alternativa de la Realidad

Y aquí es donde entra en escena la estrella del show: Barbie Gaza, también conocida como Ana Alcalde. Esta chica ha intentado blanquear a los terroristas de Hamás con una dedicación digna de mejor causa. Llegó a decir que «es un bulo» que violaran y mataran a mujeres en la masacre de octubre de 2023. Así, con dos ovarios. Negando la realidad como si fuera una fake news cualquiera.

La Barbie Gaza de la flotilla afirma que Hamás es «un grupo político de resistencia armada». Lo declaró la semana pasada en el programa «En boca de todos», de Cuatro, en una conexión desde la flotilla. Porque ella estaba allí, en directo, viviendo su mejor momento de fama mientras justificaba lo injustificable.

Ana Alcalde declaró que las propias chicas secuestradas «han salido diciendo que las trataron bien». «Es más, una de ellas se operó la nariz y dijo que se había sentido fea porque no le habían hecho nada, porque no la habían tocado», señaló con vehemencia. Como si estar secuestrada fuera una especie de retiro espiritual con masajes incluidos. Cuando en realidad hubo violaciones masivas de mujeres y niñas, y asesinatos de embarazadas cuyos bebés sacaron de sus vientres para rematarlos a cuchilladas o quemarlos.

Jaime González, jefe de opinión de OKDIARIO, no pudo callarse ante semejante barbaridad. «¿Sólo te falta decir que a los muertos los asesinaron muy bien?», le espetó, sin dar crédito a lo que estaba escuchando. «Es delirante», sentenció, visiblemente indignado. Y es que hay cosas que no tienen nombre. Ni justificación. Ni nada.

Cuando Nacho Abad, presentador del programa, le preguntó qué era para ella Hamás, Ana Alcalde señaló que «un grupo político que tiene diferentes facciones, entre ellas la resistencia armada». «Yo, si hay terroristas entre ellos, no lo sé. No me concierne a mí», apuntó, destacando que defiende «el derecho de los pueblos oprimidos a resistir». Claro, claro. Resistir matando bebés y violando mujeres. Muy democrático todo.

Cabe recordar que Hamás acabó con la vida de 1.200 israelíes y generó cerca de 3.000 heridos. Secuestró a 251 personas, de las cuales aún quedan 48 en «los túneles de la muerte». El resto fueron liberadas en intercambios o asesinadas. Hamás está reconocida como organización terrorista por la Unión Europea y por Estados Unidos. Pero bueno, estos son detalles sin importancia cuando tienes que defender tu narrativa en las redes sociales, ¿verdad?

La realidad es que esta flotilla ha sido una operación de propaganda perfectamente orquestada. Con sus famositos, sus cámaras, sus directos, sus lágrimas de cocodrilo y sus discursos de derechos humanos. Pero sin ayuda humanitaria. Sin comida. Sin medicinas. Sin nada de nada. Solo mucho humo y muchas ganas de salir en los titulares.

La infiltrada israelí ha destapado toda la tramoya. Ha mostrado cómo se financió todo, quién lo financió, qué objetivos reales tenían y cómo han intentado engañar a la opinión pública mundial. Y lo mejor de todo es que lo ha hecho con pruebas. Con grabaciones. Con imágenes. No con palabras bonitas ni discursos emocionantes. Con hechos.

Así que la próxima vez que veas a algún famosete subido en un barco haciendo el héroe para Instagram, acuérdate de esta historia. Acuérdate de que los barcos iban vacíos, de que Hamás financió todo el montaje y de que todo era puro teatro. Porque al final, queridos, en este mundo de las redes sociales y el activismo de sofá, lo que importa no es lo que haces, sino lo que parece que haces. Y estos lo han bordado. Hasta que los han pillado.

La infiltrada se jugó el tipo metiéndose en el corazón de estas organizaciones, asistiendo a sus reuniones, viajando con ellos, grabándolo todo. Y gracias a su trabajo, ahora sabemos la verdad. Una verdad que no es tan bonita como las fotos de la flotilla, pero que es real. Brutalmente real.

Los Hermanos Musulmanes, Hamás, propaganda, marketing, relaciones públicas, barcos vacíos, famosos oportunistas y una buena dosis de cinismo. Esa ha sido la receta de esta flotilla de Gaza. Un cóctel explosivo que ha explotado en la cara de sus propios organizadores. Porque la verdad, por muy incómoda que sea, siempre acaba saliendo a la luz. Siempre.

Y mientras Greta Thunberg vuelve a sus manifestaciones climáticas, Ada Colau a su vida de ex política y Barbie Gaza a intentar justificar lo injustificable, la realidad queda ahí: fueron parte de una operación financiada por terroristas que no llevaba ni un triste paquete de arroz para Gaza. Pero eso sí, muchas fotos para el recuerdo y muchos titulares. Que al final, en el mundo del activismo de postín, es lo que cuenta.

La investigación de la agente encubierta ha sido emitida en la televisión israelí y difundida por redes sociales. Las imágenes no dejan lugar a dudas. Las conversaciones grabadas son clarísimas. Y las bodegas vacías de los barcos, contundentes. No hay vuelta de hoja. No hay excusas. No hay postureo que valga.

Esta es la historia de cómo una valiente infiltrada destapó todo el montaje de la flotilla de Gaza. De cómo descubrió que Hamás estaba detrás de todo, financiando barcos que no llevaban ayuda sino cámaras y egos inflados. De cómo demostró que todo era propaganda pura y dura. Y de cómo, una vez más, nos han intentado vender una versión edulcorada de la realidad que no se sostiene cuando la examinas con lupa.

Así que ya sabes. La próxima vez que veas una causa benéfica con muchos famosos y muchas cámaras, pregúntate: ¿realmente están ayudando o solo están ayudándose a sí mismos a conseguir likes y visibilidad? Porque como demuestra esta historia, no todo lo que reluce es oro. A veces es solo purpurina barata sobre un barco vacío.

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