Igualdad de derechos para todos, privilegios para nadie. (Thomas Jefferson)
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Uno de los pilares de nuestra democracia, y del Estado de Derecho es la igualdad ante la ley de todos y cada uno de sus ciudadanos sin consideración alguna a ningún privilegio que emane de su capacidad económica, de su status social, o de cualquier otra condición.
Sabemos que esa es la teoría, y que los jueces se esfuerzan en cumplirla ante el riesgo de que la sociedad reaccione a su incumplimiento. Aun así, los jueces tienen la libertad de interpretar las reglas a favor o en contra de los intereses de los imputados. Hemos visto en el juicio contra la Infanta Cristina y su ex marido Urdangarín lo que hasta entonces parecía improbable dado el blindaje mediático en torno a la Casa Real.
En otros muchos casos se ha expuesto a otros personajes de cierta relevancia al mismo “paseíllo”. Yo no estoy a favor ni en contra, aunque algo me dice que satisfacer ciertas compulsiones de una parte de la sociedad no añade nada relevante a un concepto de la justicia cada día más expuesto.
Las masas vociferantes insultando al imputado cuando se le obliga a exponerse a la cólera de éstas no me parece edificante, aunque algunos lo encuentren justificado. Aun así, la barrera que divide al ciudadano de a pie del poderoso debería diluirse en todos los casos. Por eso no encuentro justificado que a la Sra. Begoña Gómez se le conceda ningún privilegio en ese sentido. Hacerlo, sólo contribuye a cuestionar aún más los privilegios de aquellos que en las contadas ocasiones en que son pillados con las manos en la masa, siguen creyéndose por encima del común de los mortales.
Yo no soy quién para condenar a nadie, y respeto la presunción de inocencia de todos, pero esa defensa a ultranza, pese a múltiples indicios del comportamiento de esa señora, debería ser tan sólo la comprensible reclamación de los suyos, pero nunca sugerir desde el ejecutivo acciones y privilegios diferentes al resto de la ciudadanía, y mucho menos, que la justicia las acepte. Es tan sólo mi opinión. F. R.