¡Ah, la política española! Siempre tan sorprendente y llena de giros inesperados en cuanto la ultraizquierda se pone a campar a sus anchas.

Parece que Yolanda Díaz, la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, ha decidido tomar un vuelo a Bruselas para una reunión secreta con Carles Puigdemont. ¿El motivo? Negociar la investidura de Pedro Sánchez. ¿Quién necesita transparencia y discusiones abiertas cuando puedes tener reuniones clandestinas en la capital de Europa? ¿Quién necesita dignidad cuando disponemos de toda una sinvergüenza así?

Esta noticia, por supuesto, ha eclipsado el discurso de apertura del curso político de Pedro Sánchez en el Ateneo de Madrid. Uno podría pensar que el líder del país tendría cosas más importantes de las que hablar que una reunión secreta de su propia vicepresidenta con un político separatista al que persigue la justicia española. Pero no, aquí estamos, en el maravilloso mundo de la política española.

Según fuentes de Moncloa, Díaz va a esta reunión en nombre de “Sumar”, una plataforma política que, según ellos, no representa al líder del PSOE, Pedro Sánchez. ¡Qué conveniente! Así, si las cosas salen mal, pueden distanciarse de inmediato de cualquier resultado desfavorable.

Pero el verdadero drama aquí es el momento elegido para esta reunión. Sánchez estaba en medio de su discurso en el Ateneo de Madrid, criticando a Alberto Núñez Feijóo por su intento de investidura en Galicia. Seguro que Sánchez estaba deseando hablar de cualquier otra cosa que no fuera su propia vicepresidenta reuniéndose con Puigdemont.

En su discurso, Sánchez ha acusado a Feijóo de “convertir una frustración personal en un bloqueo colectivo y constitucional”. Un análisis fascinante, considerando que su propia vicepresidenta parece estar haciendo un movimiento que podría desencadenar otro bloqueo político en España.

Pero Sánchez también ha tenido tiempo para hablar de Cataluña. Ha mencionado que hay “muchas cosas que no separan” a su gobierno de los independentistas catalanes. Ah, sí, como si los últimos años de conflictos y divisiones en España fueran solo pequeños desacuerdos.

También ha mencionado la necesidad de “pasar página” en Cataluña y ha hablado de la “convicción” de que España puede crecer con justicia social. Pero ¿cómo espera lograr eso si su propia vicepresidenta está teniendo reuniones secretas con Puigdemont?

En resumen, la política española nunca deja de sorprender. Justo cuando crees que has visto de todo, te encuentras con una reunión secreta en Bruselas que podría cambiar el rumbo de la investidura de Sánchez. ¿Quién necesita estabilidad política cuando puedes tener drama y conspiración?


¿Quién necesita ética cuando una vicepresidenta del gobierno se reúne con un delincuente?

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