Papanatas

El conseller de Acción Exterior de la Generalitat Alfred Bosch pidió disculpas en nombre de la Generalitat a los pueblos indígenas de México, por las matanzas y agravios cometidos por el ejército español durante la conquista.

Esta puesta en escena con pretensiones de embajador, y con el único propósito de desprestigiar a España, lo único que pone de manifiesto es justamente lo que más encarecidamente se empeña en negar: que se siente más español que el calimocho, ya que no tendría ningún sentido pedir disculpas por acciones cometidas por personas ajenas a quien ofrece esas disculpas, o de parte de sociedades a quienes no representa. Es como si yo decidiera auto investirme de autoridad para pedir perdón a los tutsi. Si yo no formo parte de la comunidad hutu, esas disculpas son tan incongruentes como decretar lluvias.

Pero al Sr. Bosch tiene la memoria muy selectiva. Puestos a pedir disculpas, y presumiendo de pedigrí, podemos retroceder hasta el siglo XlV donde en el contexto de la expedición a Bizancio (bajo la corona de Aragón por cierto) todavía se recuerda entre los pueblos griegos y balcánicos el rastro de saqueo y violencia que fueron dejando los almogávares al grito de “¡Desperta ferro!” y “¡Aragón! ¡Aragón!” Si alguien siente curiosidad que teclee simplemente “la venganza catalana”. Pero no quiero remontarme tan lejos. Vamos a aplicar la misma regla que exigimos de no juzgar otros tiempos con parámetros modernos, y centrémonos en la sociedad catalana esclavista del siglo XlX. El Sr. Bosch tal vez debería plantearse pedir disculpas a los cubanos.

Entre 1820 y 1867 fueron desembarcados en Cuba cuando ya la trata era ilegal, 700.000 esclavos, y se calcula que a mediados del siglo XlX, el 70% de la población de la isla eran esclavos explotados en las inmensas plantaciones de azúcar o de café por los grandes apellidos catalanes. Este lucrativo negocio permitió inversiones millonarias en la Barcelona pujante y expansiva, de manera que las grandes inversiones blanqueaban el origen negrero de sus fortunas y cuya rentabilidad ha quedado enlazada con los nombres de conocidas familias aún existentes. Mas, Vidal–Quadras, Arrufat, Güell, Torrents, Ribalta, Espriu, Xifré y un largo etc. de las elites catalanas que han ocultado cuidadosamente sus orígenes.

De eso el Sr. Bosch no pide disculpas. Solamente nos venden la versión edulcorada: “el meu avi” el cremat y las habaneras.

“La buena memoria es principio de sabiduría” Séneca

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