De entrada hay que ser todavía muy necio para seguir viendo OPERACIÓN TRIUNFO que paso de ser un programa medianamente decente a convertirse en un pequeño bodrio de pésimos cantantes mal entonados y que probablemente no llegarán ni a trabajar en nada relacionado con la música.

Además, desde que Televisión Española decidió politizar este concurso el programa sigue en caída libre en audiencia y en vergüenza ajena.

Una muy buena muestra de ello fue lo que ocurrió ayer cuando los concursantes se pusieron de rodillas para recordar a una víctima americana y olvidarse de los 43000 muertos que ha habido en España.

El programa se pasaba de rosca homenajeando al George Floyd y generado una grandísima ola de indignación, no para el reconocimiento a la víctima americana, -evidentemente cualquiera comparte la animadversión por tal barbarie- sino por olvidarse de los miles y miles de personas que han perdido la vida en España por la pandemia y que han sido olvidados y menospreciados por cuatro pelagatos de m*** que no tiene ni donde caerse muertos.

Puede que los jóvenes no sean los culpables. ¡Claro que no!
Puede que la organización del programa o  la cadena pública. Si.

Probablemente esta última se haya contagiado del sentido dictatorias de este gobierno y utilice a los concursantes como marionetas sin cerebro.
Ellos solo se limitan a hacer lo que les dicen que hagan.

Ayer cuando los concursantes de OT se arrodillaron sobre el escenario en señal de rechazo contra el racismo despreciaron a los miles de muertos y familias que han sufrido en este país y que no se han merecido ni un pequeño gesto.

Esos no cuentan porque molesta que cuenten.

Porque políticamente no es conveniente. Es mucho mejor hacer grandes gestos elocuentes por una víctima a miles de kilómetros de distancia, luchar por un problema con el que EEUU lleva luchando 400 años.
Es mejor un gesto por un hombre que un recordar a 43.000 españoles que han muerto en los últimos meses.

Tal vez ya sea hora de retirar Operación Triunfo.
Tal vez sea hora de mandar muy lejos a todos los que mueven los hilos de RTVE.

Las últimas ediciones no han sido más que un sinsentido vergonzante, y las ganas de vomitar hay que contenérselas… y ya cada vez se hace más difícil.

 


 

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