Si en la república de las plantas existiese el sufragio universal, la ortiga desterraría a la rosa y al lirio. Jean –Lucien Arréat
Hay un dicho de Winston Churchill citado hasta la saciedad, que repetimos por comodidad una y otra vez sin cuestionar ni el contenido ni su sentido. En una de sus varias versiones, nos dice “la democracia es el peor sistema de gobierno, a excepción de todos los demás que se han inventado.” Posiblemente tenía razón, ya que en el contexto de su tiempo, la alternativa en Europa pasaba por el fascismo, el nazismo y el comunismo de Stalin. Casi nada.
Cabe recordar que la democracia en la que tan ilustre personaje había crecido, era todavía claramente elitista. No todos los ciudadanos tenían el derecho al voto, se requerían una serie de condiciones, asociadas a su posición social, propiedades etc. y de forma progresiva se fueron incorporando quienes pagaban alquiler, agricultores…hasta que bien entrado el siglo xx ese derecho se le reconoció a la mujer. En definitiva Churchill, tenía buenas razones para estar satisfecho con un modelo de democracia que favorecía a los suyos.
Hoy, la democracia no se concibe sin el reconocimiento al sufragio universal. Eso es “el derecho al voto libre y secreto de todos los ciudadanos”. Ese principio constitucional, debería ser suficiente para satisfacer las aspiraciones en cuanto a una sociedad democrática y operativa que a todos represente. No siempre es así.
Cada día son más, quienes piensan que el concepto “Democracia” pesa más, que el contenido que la define. Dicho de otra manera más simple, cuanto más se escuda una acción en esa palabra, más se aleja de su espíritu y su praxis.
Tendremos que asumir, tarde o temprano, que ejercer nuestro derecho al voto, es además una responsabilidad. Un pueblo que está permanentemente quejándose de los resultados electorales, sin asumir su responsabilidad en éste, está destinado a sucumbir al hastío y la apatía. Cuando eso sucede, otra elite, (los políticos profesionales) sustituyen a la anterior oligarquía política, y hasta terminan imitándola al transmitir su poder, a dedo o por herencia, cosa que en algunas democracias ya está sucediendo.
Ese proceso, ha hundido o vaciado de contenido, a muchas democracias que no supieron reaccionar, y otras muchas corren el mismo riesgo. Pueblos que lucharon con empeño contra la tiranía, transitaron con éxito hacia una democracia que pronto perdió su contenido, cuando sus ciudadanos delegaron en otros, la obligación de reflexionar y votar responsablemente.
Yo, a riesgo de recibir donde más me duele, me atrevo a sugerir, que los ciudadanos que con su voto condicionan nuestro presente y nuestro futuro, deberían ser subsidiarios de las consecuencias si las hubiera. Si eso es imposible, (voto secreto) me atrevo a exigirles un mínimo entendimiento de lo que votan, una comprensión básica de la realidad que sufrimos.
En un sistema que nos pide una titulación de grado medio para limpiar lavabos o fregar platos, no está fuera de lugar exigir una comprensión básica al tomar decisiones que a todos afectan.
Acaso debe entenderse por democracia los vicios de algunos puestos al alcance de la mayoría. Henry Becque