La novela del “caso Rubiales” toma un nuevo giro digno de una serie de televisión, y es que, según parece, la justicia española no puede ponerle el cascabel al gato sin la bendición de la justicia australiana. ¡Vaya lío, señoras y señores!

Luis Rubiales, el suspendido presidente de la Federación Española de Fútbol, se encuentra en medio de un embrollo de proporciones épicas. La denuncia en su contra, presentada por la jugadora Jenni Hermoso, por darle un beso en la final del Mundial Femenino en Australia, ha desatado una tormenta legal. Ahora resulta que si ese beso no es considerado un delito en Australia, el bueno de Rubiales podría salir indemne de esta controversia. Es decir, si en Australia se pueden dar besos sin consentimiento a diestro y siniestro, entonces no habría razón para crucificar al presidente futbolero.

La trama es tan estrafalaria que el instructor del caso se verá obligado a hacer una llamada intercontinental para preguntar a los australianos si consideran que dar un beso sin permiso es algo punible. Imaginemos la conversación telefónica: “Hola, ¿esto de dar besos sin consentimiento en público? ¿Es grave? ¿O es solo una de esas cosas que hacemos en las entregas de premios y luego nos olvidamos?”.

Si los australianos resultan ser más relajados con los besos no deseados, entonces el pobre Rubiales podría respirar tranquilo en España. Pero no tan rápido, porque la Fiscalía ya está lista para interrogarlo, y Jenni Hermoso también ha dicho que sí. Así que, aunque la justicia australiana no condene el beso, los tribunales españoles podrían tener la última palabra en este drama de proporciones épicas.

Pero, ¿qué dice la Ley Orgánica del Poder Judicial (LOPD) al respecto? Bueno, según el artículo 23.2 de la LOPD, los tribunales españoles pueden meter su cucharada en delitos cometidos en el extranjero siempre y cuando el responsable sea español y el acto sea punible en el lugar donde ocurrió. Entonces, parece que si dar besos sin consentimiento es considerado un delito en Australia, aquí en España podríamos tener un caso judicial en nuestras manos. Claro, eso si la justicia australiana está de acuerdo.

Ahora, además de todo este enredo legal, nos encontramos con un giro inesperado: el Consejo Superior de Deportes intentó inhabilitar a Rubiales a través del Tribunal Administrativo del Deporte (TAD), pero este último concluyó que los comportamientos del directivo eran graves, pero que no merecían su destitución. ¡Vaya dilema! Parece que Rubiales está atravesando una montaña rusa emocional, de ser suspendido por la FIFA a ser absuelto por el TAD.

En resumen, el “caso Rubiales” se ha convertido en un culebrón de proporciones internacionales, donde la justicia australiana puede tener la última palabra sobre un beso inoportuno en una entrega de medallas. Es un recordatorio de que la realidad supera a la ficción, y que el fútbol, además de emocionante, puede ser increíblemente confuso. Por supuesto, en esta historia no podían faltar las figuras de la Fiscalía y los abogados, listos para entrar en acción y añadir aún más drama a este espectáculo. ¡Que ruede la pelota y que besen a quien quieran, siempre y cuando haya consentimiento!

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