El Sr. Iceta, haciendo uso de sus poderes para escudriñar las cosas ocultas, ha encontrado en España ocho naciones. Como es un hombre formado, no solamente las ha descubierto, sino que las ha contado.
Como tantos que fracasaron en los estudios convencionales, ha desarrollado en contrapartida la capacidad de detectar realidades que están vedadas a otros mortales, y en esta España cinco veces centenaria, este bailongo clarividente es capaz de identificar hasta ocho naciones, o según se cuente, nueve.
Habría que aclararle, que si las naciones se definen por su lengua, en Suiza habría cuatro, y estos no están calificados como naciones sino como cantones. EEUU no reconoce como naciones a California o Texas que sí fueron en su día estados independientes, ni Alemania reconoce como nación a Baviera que fue estado independiente hasta 1949 en que se adhirió de forma voluntaria a la RFA como un land más.
Curiosamente, la pregunta a la que ningún candidato durante la reciente campaña se aventuró a contestar, es decir: ¿cuántas naciones hay en España? La respuesta se le ha revelado sin embargo al Sr. Iceta con la convicción de una visión mariana, eso sí con la ambigüedad necesaria, porque como los secesionistas catalanes, el socialismo no tiene el mismo discurso en Cáceres que en Girona.
¿Tendremos que solicitar la nacionalidad de las otras siete para poder considerarnos españoles?
Por otra parte, el Sr. Iceta, debería prestar atención a quien sabe, como por ejemplo el historiador Gabriel Tortella quien señala que no hay plurinacionalidad que no haya fracasado, como por ejemplo la Unión Soviética, el imperio austro- húngaro, o la Yugoslavia de Tito entre otras muchas.
Y ahora, coherente con su naturaleza, este histriónico contorsionista, que desde 1987 vive de ejercer cargos públicos y a quien no se le conoce otra actividad, nos quiere convencer de que es bueno para nosotros pasar del concepto de Nación multicultural a ese rancio provincianismo de nación de naciones.
La plurinacionalidad no debería ser perniciosa en cuanto no sea excluyente, pero ese no es el camino que estamos recorriendo por más que se empeñen los iluminados del momento.
“El nacionalismo es la chifladura de exaltados, echados a perder por indigestiones de mala historia” Miguel de Unamuno.