¿Qué es el denominado “EL OASIS CATALÁN”
Aunque nos resulte difícil asumirlo, los catalanes somos personas tan irracionales como puedan serlo todos los demás.
Será por eso que pese a nuestro publicitado “seny “no nos resulta fácil ese ejercicio de introspección que en otros casos y otras latitudes permitieron corregir comportamientos e ideologías de obstinada toxicidad.
De hecho, la fantasía de un “Oasis Catalán” proclamado como la encarnación de un talante superior en lo moral, en lo democrático y hasta en lo espiritual, contribuyó y no poco, a alimentar el hecho diferencial que más allá de lo cultural nos alejaba supuestamente de la España corrupta, decadente y hasta racialmente inferior.
Tan profundamente arraigó ese sentimiento, que amparados en él, fueron muchos los empeñados en ignorar todo aquello que nos asemejaba en lo bueno y en lo malo al resto de los españoles. Esa es y fue la principal razón por la cual una parte importante del “poble catalá” asumió la corrupción, la manipulación, las mentiras y las promesas fallidas. Todo eso era preferible a tener que reconocer la falacia que sostiene su deriva identitaria.
Hoy Quim Torra, quien nunca debió salir de su “espacio de confort”, abandona obligado la presidencia de una institución que hace tiempo dejó de representar los valores democráticos de una sociedad plural y constitucional. Tras de sí, solo deja el recuerdo de un pirómano, un hombre pequeño, mezquino y servil. La parodia de un fanático supremacista que a nadie convenció y a todos incordió o defraudó.
Artur Mas, Puigdemont y Quim Torra, tres ejemplos para olvidar en el oasis catalán.