¡Bienvenidos al circo mediático! Hoy en la función estelar tenemos un nuevo episodio del drama de Begoña Gómez, y, como siempre, la Moncloa ha desplegado a sus mejores soldados para defender a la esposa del presidente Pedro Sánchez. La estrategia está más clara que el agua: todos los ministros, sin excepción, deben repetir el mantra de que en este caso “no hay nada de nada”. ¿No les resulta curioso? Es como si todos estuvieran leyendo del mismo guion. Y así, con ese eslogan vacío, llevan meses, incluso cuando las investigaciones judiciales no solo siguen adelante, sino que han llegado hasta la fiscalía europea.
El circo de la defensa
Hoy, siguiendo la consigna, varios ministros se han lanzado en busca de micrófonos para defender a capa y espada a Begoña Gómez y, de paso, tirarle con todo al juez. ¡Vaya escena! Los ministros parecen estar compitiendo por quién puede ser más enfático en su defensa y más agresivo en sus ataques. Pero lo que realmente llama la atención es la participación del ministro de Justicia y de la ministra de Defensa, que además es juez de profesión. Sí, leyeron bien, una juez defendiendo a alguien frente a otro juez. ¡Parece un chiste, pero no lo es!
¿Una dictadura encubierta?
Esto nos hace reflexionar, ¿no? ¿Estamos acaso en una dictadura encubierta? Es una pregunta que, aunque incómoda, debemos hacernos todos los días. Cuando vemos a los representantes del poder defendiendo sin fisuras a una figura controvertida y atacando a la justicia, no podemos evitar pensar que algo huele a podrido en el reino de España. Es casi como si la independencia judicial estuviera siendo pisoteada por quienes deberían ser sus principales defensores.
La estrategia de la repetición
El mantra de “no hay nada de nada” se repite hasta la saciedad. Es una técnica vieja pero efectiva: repetir una mentira mil veces hasta que parezca verdad. Los estrategas de Pedro Sánchez han decidido que esta es la mejor manera de enfrentar la tormenta. Pero, ¿hasta cuándo funcionará? ¿Cuántas veces más pueden los ministros repetir lo mismo antes de que la gente comience a sospechar?
La reacción del público
El público, es decir, nosotros, no somos tontos. Podemos ver el espectáculo por lo que es: un intento desesperado por controlar la narrativa y proteger a los suyos. Pero cada vez más personas están despertando y cuestionando lo que se les dice. Porque, en el fondo, todos queremos transparencia y justicia, no solo para los de a pie, sino también para los poderosos.
El juicio mediático
Mientras esperamos ver qué sucede en el ámbito judicial, el juicio mediático ya está en marcha. Los medios, los ciudadanos y los críticos observan cada movimiento, cada declaración, cada intento de desviar la atención. Y aunque los ministros sigan insistiendo en que “no hay nada de nada”, las preguntas no se disipan tan fácilmente.