¿Quién no recuerda esa metáfora o parábola, de esas que adornan las lecciones sobre la realidad de la vida- lo bueno y lo malo- que todos hemos recibido en una u otra ocasión? No son pocas las que hacen referencia al árbol y sus frutos o su sombra protectora.
Muchas más, nos cuentan las peripecias del agricultor en su lucha permanente contra las malas hierbas, o peor, contra los traidores elementos que quiebran sus cosechas sin consideración al esfuerzo realizado. Desde que tenemos registros, nuestros mayores usaron la aleatoria suerte asociada a la agricultura, para trasmitirnos esa sabiduría fruto de la experiencia con las cosechas y las plantas en general. De ese conocimiento dependía la prosperidad y hasta la supervivencia de las familias.
Las lecciones que se inspiran en el universo de las plantas y de la agricultura en particular son innumerables. Bien contadas, ilustran realidades que de otra manera serían difíciles de entender y asimilar. Quizá alguno de ustedes haya leído la novela “Desde el jardín “de Kosinski , o más probablemente visualizado su impecable versión cinematográfica protagonizada por Peter Sellers. En esta obra, su personaje principal es un hombre sencillo que afronta la vida fuera de los muros protectores de su casa cuando ya es hombre maduro sin formación alguna más allá de la televisión, y sobre todo de su labor como jardinero en el hogar que lo recluyó. Un accidente lo conecta sin apenas transición con el mundo de los verdaderamente poderosos, donde su ignorancia queda camuflada de forma natural por su conocimiento de las plantas sus ciclos y cuidados. En cada ocasión en la que se ve en el aprieto de responder a una cuestión social, política o económica, lo hace recurriendo a su experiencia como jardinero, dándose la paradoja de que no entendiendo la pregunta, acierta con sus comentarios. Convencidos sus ilustres acompañantes de la sabiduría de sus metáforas jardineras y confundiendo sus limitaciones con sabia discreción, lo acogen como uno de los suyos, sin que el protagonista se inmute ni abandone su espacio de confort en su jardín mental. Léanlo o vean la película, si no lo han hecho ya. Vale la pena verla e invita a reflexionar.
Este comentario surge sin ninguna intención aleccionadora. Sucede que en toda mi vida, nunca tuve suerte con las plantas de cualquier especie, tan solo un pequeño cactus me acompañó durante años sin que creciera por más que lo cuidara. Pero se hacía notar con una flor anual. Al final resultó agradecido. Cuando por un despiste tuvo que morirse, mis hijos aún pequeños celebraron algo parecido a un funeral, el caso es que desde entonces estoy empeñado- con muchos fracasos- en adornar de verde natural mi horrible patio trasero y lo estoy consiguiendo.
Algunas de esas plantas- cactus en especial- tienen una historia compartida con este servidor, que merece un comentario aparte.
Quizá algún día la experiencia adquirida me permita como el personaje de la novela iluminarlos desde mi ignorancia con alguna metáfora jardinera.