Al principio del siglo XXI y tras la dramática experiencia del siglo anterior, parecía inconcebible otra guerra en el corazón de la vieja Europa, y para sorpresa de algunos la guerra estalló, y lo ha hecho entre dos países, dos comunidades tradicionalmente unidas por una historia compartida.

Los historiadores del futuro, intentarán explicar los antecedentes de esta tragedia, el proceso que condujo a este sinsentido, unos lo harán con más acierto que otros. La mayoría interpretará este episodio favoreciendo el relato interesado de las partes. Pero siempre habrá uno o varios que indagarán y nos revelarán los oscuros intereses que ahora son solamente una intuición para la mayoría, y una certeza para los enterados.

La cumbre de la OTAN ha escenificado un fortalecimiento de ese organismo que hace dos años se daba por decorativo y finiquitado. La amenaza de la Rusia de Putin parece justificar todas las medidas acordadas en la cumbre de Madrid. La defensa del orden internacional, la inmigración ilegal como parte de esa amenaza, y la extraña introducción de los peligros del calentamiento global en la ecuación parecen ampliar los objetivos de esta asociación.

Sucede, que por más grandilocuentes que sean las declaraciones de sus miembros, el resto del mundo no se doblega a lo que considera un intento de imposición por parte de Occidente como si todos los demás tuvieran que someterse al criterio y los intereses de los EEUU y de la UE. Y cuando hablamos del resto del mundo, hablamos del 70% de sus habitantes.

África hoy está tutelada por China y Rusia en su mayor parte. Sudamérica tampoco le hace ascos a los intentos de seducirla por parte de chinos y rusos. La India se mantiene a la expectativa, y China, sobre todo China, mira con desconfianza las maniobras de Occidente. De hecho ya ha denunciado la hipocresía de esos gestos, y la intención de los EEUU de utilizar a la OTAN para fortalecer y en su caso respaldar las maniobras del imperio en el Sudeste asiático.

Europa no solamente no está más segura tras la cumbre de la OTAN, sino que se ha expuesto de forma innecesaria a los peligros de un conflicto que a nadie beneficiará en este continente si no es a los de siempre (EEUU y sus lacayos).

Se acercan tiempos duros, muy duros, y no serán a consecuencia de un fenómeno climático o cualquier desastre natural. Una vez más la arrogancia, la incompetencia, la estupidez y sobre todo la codicia de quienes se esconden en la sombra serán los culpables, mientras el pueblo como siempre pagará las consecuencias.

Me entristece esta reflexión, y de hecho me resisto a transmitirla, pero me enfurece la inopia de la mayoría, los postureos de nuestros líderes, el intento de manipularnos del Presidente ucraniano, la desmesura de Putin, y sobre todo ese cambio de paradigma que daba por sentado que las relaciones comerciales entre los pueblos favorecían la paz, y hacían de la guerra un fenómeno anacrónico e improductivo. Hay algunos que sacarán beneficio de esta desgracia, que nadie lo dude. F. R.

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