El derecho a la libertad de expresión, está derivando en un instrumento al servicio de la dictadura de lo políticamente correcto, de una visión partidista e interesada de la realidad, y en el peor de los casos y de forma contradictoria, en una forma de limitar ese derecho a quienes contraríen la estrechez de miras de quienes controlan los medios y las redes.

A lo largo de estos últimos tiempos, han sido muchos los conocidos que han sido bloqueados “censurados” por este medio (facebook).

Yo daba por sentado que la acción de limitar la libertad de expresión estaba condicionada por una serie de normas asociadas a la educación o la ética, pero nunca que el contenido correctamente expuesto justificara semejante medida. Parece que me equivoqué.

El caso del profesor Félix Ovejero, censurado y bloqueado sin justificación ni explicación alguna, ha trascendido porque un eurodiputado (Jordi Cañas) y la plataforma cívica Consenso y Regeneración, exigieron explicaciones a los responsables de este medio, recordándoles los límites impuestos por las leyes y el talante de la Comunidad Europea.

Gracias a esa intervención corrigieron su error, pero no la metodología que imponen a sus usuarios de forma aleatoria. Un ejemplo más cercano por afectar a un amigo de intachable personalidad, resulta más revelador si cabe, del indiscriminado poder que les hemos dado a los amos de esas redes que forman parte inevitable de nuestras vidas.

Un comentario que incluía esta frase “Los españoles son muy católicos o muy cobardes y prefieren poner la otra mejilla” ha servido de excusa para que se le bloquee. En un medio donde los insultos, las injurias, las calumnias, las mentiras, y la manipulación abundan y se propagan sin ningún tipo de control, sorprende que haya alguien que controle nuestras opiniones de forma indiscriminada, sin criterio, y en contra de los derechos fundamentales, sin que el Estado de Derecho le enmiende la plana.

A mí me preocupa y mucho, que tras la libertad que propone la existencia de las redes, se esconda en realidad un Gran Hermano que nos ata corto o nos da cuerda en función de su conveniencia o la de otros interesados.

Estar alerta en relación con estos asuntos es una necesidad y una obligación.

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