No tengo clara la razón por la cual mi estado de ánimo, oscila entre la tristeza y la cólera. La tristeza, me la produce este pueblo permanentemente dividido y enfrentado. La cólera…

Ciudadanos abducidos, al servicio de una causa que nada tiene que ver con sus intereses. Adictos al conflicto, buscan justificarse desenterrando y reinterpretando pleitos y ofensas con los que nuestros padres y abuelos consiguieron reconciliarse ya hace mucho tiempo. Me embarga la tristeza, viendo a nuestros jóvenes repetir los errores del pasado, sin comprender los hechos que reivindican. Parece que tan solo necesitan un objetivo, y algún mantra emponzoñado, para justificar sus agresiones contra los otros.

En un sentido parecido y por la misma causa, siento crecer la cólera contra quienes cobardemente alientan esos enfrentamientos. Esos miserables que abonan el descontento para dirigir la furia generada en beneficio de sus oscuros intereses. Desde todo un President de la Generalitat, incitando a los pretorianos del CDR (Comités de Defensa de la República ) contra el estado y la ciudadanía constitucionalista, hasta esos otros que tras asumir responsabilidades institucionales, son incapaces de abordar sus errores e intentan silenciar al denunciante tergiversando el relato o simple y llanamente dando luz verde a la intimidación.

Hoy nos gobiernan, quienes solo encuentran sentido a su existencia, retorciendo la historia, ignorando al discrepante, con la esperanza de que se canse y desaparezca, imponiendo un universo mental donde solo ellos y su sectaria percepción tenga vigencia. Eso significa, ningunear a la mayoría de los españoles.

Yo nunca quise aceptar la existencia de las dos Españas. Hoy no soy capaz de contarlas, y lo peor, enfrentadas.

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