Errejón no es Pablo iglesias, se le parece, pero tiene otro carácter y también otras necesidades. El segundo es víctima de un ego desmesurado, una percepción de sí mismo fruto de una inteligencia beligerante que le permitió dimensionarse en la universidad ante miles de jóvenes vulnerables, desorientados y necesitados de referencias. En ese contexto aprendió a proyectarse como un gurú pseudo- revolucionario al que tan receptivos son en esas edades y ese contexto, parece que hasta consiguió resultar físicamente atractivo para sus devotas seguidoras.

Errejon, parece diferente, o por lo menos nos vende un discurso que sin dejar de ser el mismo que compartió con su antiguo socio, parece enfocarse en asuntos más centrados en la realidad del día a día. No me parece tan obtuso como Iglesias cuyo universo mental nos arrastra a los populismos de principios del siglo xx, pero tampoco se ha liberado- como hicieron otros antes que él- del encorsetamiento de su pueril formación pseudo-revolucionaria, comunista incluido. A día de hoy, no se sabe si su lejanía de su antiguo socio-mentor, fue por cuestiones personales, diferencias ideológicas o ambas.

La cuestión es que ayer I. Errejón me sorprendió en positivo, con una iniciativa a mi juicio necesaria aunque difícil de abordar. Una gran parte de nuestra sociedad vive literalmente drogada por fármacos diseñados para abordar los conflictos vitales a los que todos somos vulnerables un día u otro. En las últimas décadas estos medicamentos (drogas) no solo han ayudado -eso parece- a la víctimas de graves depresiones, también han provocado una preocupante adicción en quienes a ellas recurrieron en un momento de falsa vulnerabilidad. Millones de personas toman píldoras para dormir, para reaccionar al despertarse, para vitalizarse durante el día y para no explotar en el proceso. Advertir sobre el peligro de una sociedad mermada y manipulable como consecuencia, parece exagerado, hasta que visualizamos las últimas piezas de un puzle donde esta amenaza y otros elementos se confabulan con un solo objetivo, esto es una sociedad adormecida, superada por sus conflictos, necesitada de un respiro, que termina claudicando de sus responsabilidades cediendo la administración de sus intereses a cualquier encantador de serpientes al servicio de oscuros intereses.

Es este un asunto que acostumbra a abordarse dividiéndolo en parcelas que a su vez generan un panorama difuso y contradictorio. Recordemos por ejemplo como el consumo de la heroína está recuperando los niveles de sus peores tiempos en EEUU, ¿la causa? Las farmacéuticas empezaron a suministrar opiáceos con la contribución de unos médicos irresponsables cuya receta era la misma frente a cuadros muy diferentes (así se denunció)
Pero sucedió que en el mercado estadounidense, estos medicamentos terminaron siendo más caros y difíciles de conseguir que la heroína en las calles, producto más barato y que en todo caso era la base de los medicamentos que los había hecho adictos.

En definitiva, la referencia de I. Errejón a la salud mental y los medicamentos mencionados, pudiera ser el inicio de un debate complejo pero necesario.

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